Hola depresión.
Hoy me he dado
cuenta lo sola que estoy. En un momento me desesperó tanto el dolor que me
alejé.
Estos meses han
sido terribles. Siento que me he hecho cargo, que fui responsable, fui buena
persona, pero como siempre me dijeron: eso no sirve de nada.
Siempre pensé que
encargándome de las cosas podría estar tranquila, así nadie podría reclamarme,
pero la presión es mayor porque los demás no quieren hacerse responsables.
Ahora entiendo
cuando de chiquita me decían que me veía triste, seria; es que nunca pude en
verdad disfrutar. Siempre fue: Emma tiene que hacer, tiene que verse, tiene que
hablar, tiene que sonreír, tiene que estar. ¿En qué momento dejé de ser yo?
Toda mi vida fue
una pelea, toda mi infancia prácticamente se trató en ocultarme. Recuerdo que
el lugar más cómodo de la casa era el baño, me encerraba horas para no tener
que escuchar a nadie. Luego la obsesión con los audífonos, algo que vuelve cada
cierto tiempo. La obsesión con el sonido y canción perfecta para poder hacerme
bolita en una esquina de mi cama y solo escuchar música, alejarme.
Mis audífonos se
convirtieron en mi armadura, en una forma de escapar. ¿Alguna vez has imaginado
todo un videoclip mientras escuchas una canción y caminas hacia cualquier
lugar? Por eso caminaba tanto.
Recuerdo que
regresaba del colegio y encontraba la puerta cerrada. Ya no decía nada, sé que
no me querían ahí, pero estaba mejor fuera. Caminaba cuadras hasta el Jockey,
siempre con un Mp3, lo bueno es que esos usaban pila así que no se “acababa la
batería”, podía comprar pilas, ventajas de las antigüedades. Cada cuadra
caminada eran lágrimas menos.
Recuerdo que no
podía dejar que me vean así, encapsulada, triste; inmediatamente me juzgaban, nunca
pude ser la victima que era. ¿Por qué eso me molesta? Porque siempre tuve que
ser la fuerte, la que se encarga y calla.
No importa lo
bien que quiera hacer las cosas, nunca es suficiente. SI pido ayuda soy una débil,
una que no puede hacerlo todo cuando debería. Entonces me alejo para que no me
vean, pero eso también está mal. Entonces hago lo que se tiene que hacer, que
tiene que hacer más porque los demás lo hacen, mejor desaparezco.
Ahora vuelvo a
encerrarme, a alejarme. Ahora soy la persona que se hace cargo y tiembla con el
sonido de los tacones y aguanta un ataque de pánico mientras trabaja. Soy la
que no quiere molestar, está podrida y es de lo peor porque no es agradecida de
lo que le han dado, pero es que yo ya di todo y no puedo más.
Ahora entiendo a
mis tíos que se encerraban, se alejaban y eran lo raros antisociales que nadie
quería. No eran malos, solo estaban cansados ya que nunca la tuvieron fácil.
Hay un momento en el que te deja de importar todo porque el dolor ya es mucho.
Seguiré
informando.