martes, 3 de agosto de 2010

1 Limòn,Medio Limòn, 2 Limones


Después de mucho no me siento en mi computadora que cuestionarme algo tan sencillo; es que la vida no es sencilla hasta que te encuentras con ciertas normas que te dicen que hacen y que decir en un momento adecuado.
Mucho ha cambiado desde que Romeo pedía ver los ojos de Julieta y disfrutar de ellos como el màs prohibido de los placeres, hasta que Bella le pidiera a Edgard que la desvirginizara antes de contraer matrimonio.
 
Una cita es el mejor ejemplo para las reglas que tiene que seguir una dama que se respeta y caballero que se jacte de serlo.
Cuando a una chica la invitan a salir, es de inmediato que sabe a que va todo eso; por que desde el momento que se encuentran “el” y “ella”, todo lo que èl pueda ser definido como gasto se convertirá automáticamente en una inversión.
Aquí es donde el problema inicia.
¿Es que no todos sabemos español?
¿No deberían enseñar en los colegios lo que significa la palabra “invitación”?
En China, cuando te invitan a un lugar significa que el invitado tiene que pagar; en Latinoamérica cuando un chico invita a una chica no significa ir a medias.

¿Podré declararme en demencia temporal si le clavo el tenedor entre los pantalones?

Por si no ha quedado claro, SI, este es un caso personal del cual necesito desahogarme antes de que el Tarado este me pregunte por el Messenger – y… ¿Cómo la pasaste?-
Para que después, con el hígado entre mis manos,  responda acompañada del icono gestual más feo que tengo.
-Chévere…-

Uno de los beneficios de ser mujer es que muchas cosas se nos vienen gratis o baratas; es como si la sociedad nos compensara por todos esos años en los cuales no teníamos poder de elección y Dios, por el Síndrome Pre-Menstrual
A veces me pongo a pensar en lo fácil que se les da a las brutas pechugonas salir a tonar, es que siempre tendrán donde dormir al final de la noche. Muy al contrario, las “decentes” tienen que financiarnos ciertas cosas para poder divertirse sin que el doble de Dani Devito ofrezca llevarlas a casa.

El príncipe azul ya no existe; puede ser amarillo, negro, morado, blanco, naranja o rojo. No monta un caballo blanco, no conduce un mercedes, ni siquiera un tico tiene; si te paga la combi es un caballero. No viste de armadua, no usa ni Arman o Christian Dios; solo usa esa horrible bermuda gris.

Y para terminar, ya no hay mas invitaciones para salir a lugares bonitos; porque aparte de comer en carretilla, una pagará su mitad.

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