viernes, 1 de julio de 2016

Insultar

Cuando era chiquita y decía una mala palabra, siempre había alguien que me mirara mal. Claro que después de 5 minutos esa misma persona gritaba putamadre y todo volvía a la normalidad.
Amo insultar, en serio. Creo que de cada 5 palabras que digo, 1 es un insulto. ¡Es que es relajante!
Es como alejar los demonios de mi y entrar en paz.
Una vez leí que las personas que insultan mucho son más inteligentes.
¡SOY UNA FUCKING EINSTEIN!

La vida no tendría sentido sin las malas palabras.
Recuerdo la primera vez que dije una mala palabra frente a mi papá, no dijo nada pero me miró como si fuera a extirparme los dientes con una cachetada.
Con mi mamá fue diferente. Ella es un alma libre que dice carajo cuando se olvida de apagar la olla. Aunque no tiene la necesidad de usar estas palabras ya que su tono de voz las reemplaza. Todos los domingos ella grita desde el primer piso: EMMA LYDIA ALEJANDRA, BAJA A DESAYUNAR, entonces lo único que tengo que hacer es insertar insultos antes y después de la oración:
CARAJO EMMA LYDIA ALEJANDRA, BAJA A DESAYUNAR MIERDA.
¡Fácil!
Las mamás tienen esa hermosa facultad que poder insultarte, amenazarte y matarte de miedo con una palabra. Es peor cuando no hay palabras porque el fuego lo llevan por dentro y en algún momento morirás.

La primera vez que dije un insulto frente a ella ni se inmutó, creo que era obvio que al final terminaría absorbiendo y repitiendo como monito todo lo que oía. Ahora las digo como si fueran nombres de dulces, y si hablo con propiedad me mira raro, como si estuviera enferma o estuviera azul. Creo que ya se acostumbró a mis exabruptos y se rindió en convertirme en una señorita con medias cubanas y risa tímida. *Se acomoda el hilo

A mi me gusta decirlos como si fuera un hipo, de la nada. Estoy tranquila, algo me molesta y en eso: ¡mierda! Sin gritar. Sólo enfatizando el momento.
Claro que no tengo un insulto preferido. Los trato como si fueran mis hijos, a todos los quiero por igual, todo depende del momento.
Si mandé un mail que no debía: ¡mierda!
Si me rompí el taco: ¡carajo!
Si mi enamorado dijo algo que no debía frente a mis amigas: ¡puta maaaaadre! (la frustración me hace alargar las palabras)
Si aún no pagan: ¡puta!
Si me olvidé de presentar un trabajo: ¡la con...! 

Hay tantas que me gusta variar. Poco a poco he llegado a perfeccionar el arte, e incluso puedo decir palabras como si fueran insultos. Sólo tengo que poner un tono de voz que muestre molestia e hígado: ¡DESTEÑIDO! *Todos se indignan

El arte está en el tono.

Desgraciadamente no puedo estar diciéndolos a cada rato. El otro día estaba caminando y me doy cuenta que delante mío habían dos señoras mayores que habían estado escuchando como me quejaba de mi profesor de las formas más #$&$#%#$&%"$% posibles. Ellas voltearon y me vieron con desaprobación a lo que yo sólo atiné a decir: ¡PENE!  Estoy segura que se persignaron, en serio.

Hay lugares y momento propicios para estos actos penados por la sociedad actual:
- Parque de diversiones: Porque subir a la Montaña Rusa sin gritar por lo menos 30 insultos en orden de intensidad es imposible.
- Cine: No me gustan las películas de terror.
- Tienda de ropa: ¿Has intentado entrar en un skinny jean nuevo sin susurrar un putamadre?
- Buffet: Siempre al terminar de comer todo mientas te desparramas en la silla.
- Con las amigas: ¿Cómo puedo rajar sin decir una mala palabra?
- Fin de mes: Pagar ,pagar, pagar.
- Cuando ves a tu ex: #%$#&$%"%"#$&%#
y finalmente:
CUANDO POR FIN TERMINAS LA UNIVERSIDAAAAAADDDDD
SÍIIIIII
HASTA NUNCA MALDITOOOOOOOOS

XOXO

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