miércoles, 31 de marzo de 2010

Sin una sola gota de ron YOJO!


Estoy sentada al filo del sillón y un vaso de ron que se calienta en mis manos es parte de mi soledad acompañada.
Al otro lado esta él, mi sueño hecho hombre, y como si yo estuviera en un polo y èl en otro nos miramos en la lejanía. Sus ojos me distraen de cualquier cosa que quiera pensar y para no quedarme admirándolo, se abren y se cierra
¿Me mira? 
Me hace sentir fea y bella a la vez, que complicada.
Mis manos están quemando y mi pecho tiembla por la respiración, siento mi pecho húmedo y mis ojos hinchados.
Es el quien me llama la atención, pero es tan lindo que apenas puedo pronunciar palabra alguna.
Lo imagino a mi lado abrazándome, no me suelta porque soy suya y todos deben saberlo; pero él sigue ahí sentado y hablando con la desconocida. Siento que mi cara refleja lo que pienso, así que miro mi reflejo en el vaso de ron.
Las personas alrededor se levantan y se mueven al compás de la música, y no puedo bailar con èl, algo en mi interior me cohíbe y no me deja avanzar, mi cuerpo no quiere lo que mi cabeza muere por hacer.
Bailo sola
Bailo con alguien
Bailo con los demás
Bailo y lo evito, pues mirarlo bailar con quien no es yo, me mata.
Es esa fea que tiene mi puesto, es a la que le impongo el mal de ojo. Yo no soy bonita, no me creo bonita, pero se que no soy tan fea.
Decido olvidarme de la imagen que tanto me perjudica mis neuronas, se consume mi cigarro, el Lucky  Strike me dice que haga algo pero el ron me sujeta al sillón.
Un acompañante más, el “vino” me saluda e  incomoda la situación entre mis acompañantes silenciosos. El vino exige también ser consumido y que le ayuden a quitar el sombrero, pero donde y como,
¡Ja!
El cuarto de arriba.
Adentro unas sombras se mueven a un compás diferente al de la música, un compás que me anima a entrar y curiosear.
Entre y Salí, así como si nada, una imagen me ahuyento, pero

¿Cuál era?
Una imagen de National Geografic, el leopardo acechando al jabalí, el feo jabalí. Pero no la acechaba, se la comía a bocados grandes, como excitado por su hambre.
Me dirijo a mi sitio y mis dos amigos no se han fijado en mi rostro.
Estoy tratando de descifrar esa imagen y poco a poco la nube se disipa, los rostros y las ropas, los movimientos y las miradas. Mi sueño hecho hombre se comía al feo animalejo, ese que casi no se convertía de nuevo en mujer, o solo le faltaba los cuernos para ser igual.
Decido retirarme con mi dignidad de acompañante, dejé atrás al vino que me alentó a entrar a esa habitación y quemar mi ilusión. También me despido del cigarro, mi aliento tiene que descansar.
El ron que queja, ¿Qué culpa tuvo él de mi desgracia?
 Ninguna
Es que a pesar de todo
Todo esto paso sin una sola gota de ron

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